Una ballena jorobada emerge cerca de dos barcos pesqueros. Todos están buscando krill antártico. Youenn Kerdavid/Sea Shepherd Global, CC BY-ND/The Con

Opinión: Las ballenas se están recuperando de una situación casi de extinción, pero la pesca industrial en la Antártida compite por su única fuente de

ANTÁRTIDA
Thursday, September 12, 2024, 00:10 (GMT + 9)

El océano Austral que rodea la Antártida es la zona de alimentación más grande del mundo para las ballenas barbadas, especies como las jorobadas que filtran pequeños organismos del agua de mar para alimentarse. En el siglo XX, los balleneros mataron aproximadamente 2 millones de ballenas grandes en el océano Austral. Algunas poblaciones, como la ballena azul antártica, se redujeron en más del 99% y han estado luchando por recuperarse, a pesar de que la mayoría de las naciones pusieron fin a la caza comercial de ballenas a mediados de los años 1980.

Hoy está surgiendo una nueva amenaza: la pesca industrial de krill antártico, pequeños crustáceos nadadores de aproximadamente 2 pulgadas (60 milímetros) de largo. En un estudio publicado recientemente, mis colegas y yo descubrimos que la competencia con esta floreciente pesquería puede impedir la recuperación de las ballenas.

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Me enteré de este problema a principios de 2022, cuando un colega que trabajaba a bordo de un crucero me dijo que había visto aproximadamente 1000 ballenas de aleta alimentándose de krill cerca de las Islas Orcadas del Sur, justo al norte de la Antártida. Probablemente se trataba de la mayor concentración de ballenas barbadas observada desde la década de 1930, en el auge de la caza industrial de ballenas.

Mi amigo también informó de que cuatro enormes barcos pesqueros se movían entre el enorme grupo de ballenas, con grandes redes desplegadas. Al igual que las ballenas, estaban pescando krill antártico.

Foto: AP Video de JOSHUA GOODMAN y DAVID KEYTON

Como el océano Austral es tan remoto, pocas personas se dieron cuenta de que la pesca de krill competía directamente con las ballenas. Junto con colegas de Stanford y la Universidad de Washington, escribimos sobre esta observación en 2023 para llamar la atención sobre la posible amenaza a las poblaciones en recuperación.

Pronto nos contactó Sea Shepard Global, una organización sin fines de lucro que trabaja para proteger la vida silvestre marina y que había estado monitoreando esta situación durante varios años. Informaron de que era común la superposición directa entre las ballenas que se alimentan y las operaciones de pesca activas.

Foto: AP Video de JOSHUA GOODMAN y DAVID KEYTON

En la actualidad, la pesca de krill está a punto de expandirse. A lo largo de la península Antártica, la industria pesquera ha propuesto aumentar el límite de captura cuatro veces, de 155.000 toneladas a 668.101 toneladas anuales.

Casi la totalidad de esta captura se utiliza para elaborar dos productos: harina de pescado para la acuicultura y suplementos dietéticos de omega-3. La mayor parte de la harina de pescado alimenta al salmón de piscifactoría, que adquiere su característico color rosa al consumir el alimento.

Mientras tanto, las ballenas compiten con los barcos pesqueros por el único suministro de alimento de los animales. Las ballenas se alimentan durante aproximadamente 100 días al año; dependiendo de la especie, una ballena adulta puede consumir de 1 a 6 toneladas de krill en un día.

El técnico Joe Cope se prepara para reemplazar el formaldehído de un frasco de krill en el Instituto de Ciencias Marinas de Virginia en Gloucester Point, Virginia, el 10 de mayo de 2023. (Foto AP/Patrick Semansky)

La mayoría de las ballenas barbadas utilizan una estrategia llamada alimentación por embestida: nadan rápidamente hacia un enjambre de krill, abriendo sus enormes bocas en el momento exacto. Luego cierran las mandíbulas y expulsan el agua del mar a través de las placas erizadas de sus bocas, filtrando el krill del agua.

Este comportamiento consume mucha energía, por lo que las ballenas se dirigen a bancos grandes y densos de krill, al igual que los barcos pesqueros. Entre 2021 y 2023, cuatro ballenas jorobadas murieron tras enredarse en redes de pesca de krill.

La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), una organización internacional que gestiona el uso del Océano Austral, debe garantizar que las ballenas y otras poblaciones dependientes del krill no sufran daños debido a la pesca. Sin embargo, la comisión funciona por consenso, por lo que si un estado miembro se opone a una acción, nada cambia.

Los estados miembros han estancado las propuestas para crear áreas marinas protegidas en el Océano Austral y regular la pesca de krill de forma más estricta. Una coalición está presionando para que se establezcan límites más estrictos, pero Rusia y China se han resistido. Nuestro trabajo muestra que si la pesca de krill antártico se expande sin barreras estrictas para proteger la vida silvestre, la frágil recuperación de las ballenas barbadas podría detenerse o incluso revertirse.

Autor/Fuente: Matthew Savoca/The Conversation

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