La pesca continental ha contribuido significativamente a la economía y la seguridad alimentaria de Indonesia, permeando a través de la sabiduría local y las prácticas consuetudinarias el tejido de nuestra identidad nacional. A pesar de su importancia, estos recursos están cada vez más en riesgo.

 

Por lo tanto, proteger la pesca continental es una doble responsabilidad: hacia nuestro medio ambiente y nuestro patrimonio. El desafío que tenemos ante nosotros es sustancial: ¿tomaremos las medidas necesarias para garantizar que estos recursos vitales se preserven para las generaciones futuras o permitiremos que se agoten?

 

Según el informe principal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA) 2024, Asia aporta más de la mitad de los 11,3 millones de toneladas de pescado del mundo, siendo Indonesia uno de los principales productores y una fuente importante de empleo en la acuicultura. Indonesia cultiva varias especies, incluidas anguilas y arowana, que se encuentran en regiones como Java y Kalimantan, que desempeñan un papel importante en la economía acuícola del país.

 

 

Si bien estamos orgullosos de este reconocimiento mundial, es crucial abordar la sostenibilidad de nuestras pesquerías continentales. El aumento de la actividad pesquera, impulsado por la demanda y las oportunidades, puede potencialmente pasar por alto la salud ambiental a largo plazo, planteando una amenaza importante no sólo a la biodiversidad sino también a los medios de vida que dependen de estos recursos vitales.

 

Además, el cambio climático exacerba estos desafíos. Para salvaguardar este patrimonio y garantizar que las generaciones futuras puedan experimentar el mismo éxito, debemos mejorar el marco de gestión y educar sobre prácticas de conservación localizadas; todo como parte de la integración de la conservación de la biodiversidad.